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INSTITUTO DE LOS ANDES

EL AÑO DEL CIELO

TRIBUNA | SAÚL BLANCO LANZA – Diario de León - España

EL 19 DE SEPTIEMBRE de 2007, por iniciativa de la Unesco y de la Unión Astronómica Internacional, la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas declaró oficialmente el 2009 como Año Internacional de la Astronomía. Se conmemora así el cuarto centenario del nacimiento de la astronomía moderna, con las primeras observaciones sistemáticas del firmamento a través del telescopio por parte de Galileo en 1609. Desde entonces incontables avances científicos han revolucionado nuestra visión del Cosmos, un hogar desconcertante y misterioso que apenas hemos comenzado a explorar. Hemos comprendido nuestro vínculo íntimo con la historia del Universo. Sabemos que todo nuestro planeta, con sus miserias y sus grandezas, es sólo una insignificante mota de polvo perdida en la inmensidad del océano cósmico. Sabemos que quizás compartimos este océano con otras civilizaciones. Sabemos que los átomos que forman nuestro cuerpo se formaron en el corazón de una estrella hace miles de millones de años. Por primera vez somos capaces de acercarnos al origen y destino del Universo sin recurrir a explicaciones mitológicas. Hemos puesto el pie en otro mundo y nuestros ingenios tecnológicos han alcanzado ya los confines del Sistema Solar.

A pesar de ser la ciencia más antigua, la astronomía goza hoy de una vigorosa juventud. Estamos inmersos en la Edad de Oro de las ciencias del espacio. A diario nos llegan noticias de fascinantes avances que hubieran resultado totalmente insospechados hace tan sólo unos años. El descubrimiento de agua en Marte, la materia oscura o las explosiones de rayos gamma mantendrán ocupados a generaciones de científicos durante décadas. En este sentido, España ocupa desde hace años una posición de liderazgo en cuanto a investigación astronómica. La producción científica de diversas instituciones españolas constituyen actualmente referencias mundiales en sus respectivas disciplinas.

Adicionalmente, los investigadores en alta tecnología de nuestros centros participan con asiduidad de los programas astronáuticos de la Agencia Espacial Europea, como ponen de manifiesto la decisiva participación española en la puesta a punto de numerosos satélites de comunicaciones o en el diseño de diversos módulos de la Estación Espacial Internacional. Esto ha provocado un interés cada vez mayor por las ciencias del espacio, interés que se demuestra de forma cotidiana en el éxito de observatorios, museos científicos, planetarios, etcétera que intentan acercar al ciudadano de a pie a este fascinante mundo y hacerle partícipe de los descubrimientos en este campo. Asimismo, existen en todo el mundo millo nes de aficionados que, con sus modestos equipos y gracias a sus pacientes observaciones, colaboran habitualmente con expertos en importantes proyectos de investigación.

Decenas de nuevos asteroides, cometas y supernovas han sido descubiertos por aficionados españoles en los últimos años. Las agrupaciones de astrónomos no profesionales ponen a disposición de la gente la belleza del firmamento estrellado a través de observaciones públicas con motivo de fenómenos que generan gran expectación, como los eclipses o las lluvias de estrellas. Muchas personas tienen oportunidad así de mirar a través de un telescopio por primera vez en su vida. La divulgación astronómica se enfrenta hoy, sin embargo, a preocupantes retos difíciles de superar. La contaminación lumínica -"el efecto pernicioso de la iluminación artificial excesiva sobre la calidad del cielo-" nos impide ver más allá de una cuantas estrellas brillantes desde los núcleos urbanos. Bajo la falsa premisa de que iluminar mucho es iluminar bien, el paisaje nocturno de muchas ciudades se ha convertido en un mar de luminarias obsoletas e ineficientes que, además de despilfarrar energía, nos privan del maravilloso espectáculo que supone contemplar la bóveda celeste. Por otra parte, la Astronomía, considerada hasta hace no mucho uno de los pilares de la formación educativa, ha desaparecido prácticamente de los planes de estudio, de forma que, a pesar de su natural interés, el nivel de conocimientos de nuestros escolares sobre esta materia es cada vez más deficiente. Muchos reconocen sin embargo en esta disciplina una puerta didáctica privilegiada hacia otras ciencias, como las Matemáticas, la Física o la Geografía.

Bajo el lema «el Universo para que lo descubras», el Año Internacional de la Astronomía permitirá que entendamos la Astronomía como parte de la cultura científica necesaria para la formación integral de los ciudadanos del siglo XXI. Las actuaciones divulgativas que se llevarán a cabo a nivel mundial este año tienen como último objetivo conseguir que los comprendamos el contexto cósmico en el que se enmarca nuestra historia. El firmamento es la esencia de nuestro patrimonio inmaterial, y es por tanto un recurso que, como parte del legado intergeneracional de todas las civilizaciones, es necesario comprender y preservar.

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