ABRAHAM, EL PROFETA
Abraham nació en la ciudad de Ur, Mesopotamia, en Asia occidental, aproximadamente 2000 años antes de Cristo. Vivió en una época en que la gente era incivilizada e ignorante. Sus contemporáneos adoraban a muchos ídolos y creían que éstos hacían milagros. Solían hacer sacrificios humanos, quemándolos vivos.
Abraham era calificado de hombre sublime, por sus grandes cualidades: muy amable, de corazón puro, de majestad espiritual, de dignidad y valor, propios de un verdadero rey. "era manso, compasivo, inclinado a la indulgencia" y "sometido a Dios". Poseía un gran sentido de rectitud y justicia.
Abraham rechazó firmemente a los ídolos y destruyo a todos cuanto pudo. "Se puso en pugna con su pueblo, con su tribu y hasta con su familia", lo cual le atrajo la enemistad de todos. Furiosos contra él, desataron una tremenda oposición, indignados de estas nuevas enseñanzas. "Solo y sin ayuda, hizo frente a una tribu poderosa..
Dios ordenó a Abraham dejar su patria y su familia para ir a otra tierra y le prometió grandes bendiciones para él y toda su descendencia: "Jehová había dicho a Abraham: Vete de tu tierra y de tu parentela y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré. Y haré de ti una nación grande y te bendeciré y engrandeceré tu nombre... y serán benditas en ti todas las familias de la tierra" (Génesis 12:1,,2,3).
En la tradición hebrea, Abraham ocupa una posición eminente. Es considerado la roca sobre la cual Dios estableció el mundo y un símbolo de la fe en la promesa de Dios y obediencia a su llamado.
No existe una religión que lleve el nombre de Abraham pero él sentó la base de la creencia en un solo Dios, sobre la cual el Judaísmo fue establecido más tarde por Moisés.
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