UN GRAN EXPRESIONISTA
Georges Rouault. Lo sagrado y lo profano
Georges Rouault, quizá el menos conocido de los fauvistas, es una rara avis dentro del expresionismo, con una obra de un intenso anhelo metafísico que emplea para su desarrollo una plástica objetivamente material y explosiva. Las grandes superficies de color, delimitadas por gruesos trazos a la manera de vidrieras, son la marca de un artista en el que lo sagrado se funde con lo profano en una búsqueda del espíritu humano. El Museo de Bellas Artes de Bilbao ( España ) presenta, en colaboración con el centro Pompidou parisién, una colección de piezas de Rouault inéditas en Europa, a través de las cuales se traza un recorrido por toda su trayectoria, desde sus cuadros circenses hasta sus obras inacabadas.
La exposición, comisariada por la conservadora del Centre Georges Pompidou, Angela Lampe, presenta un total de 156 obras (óleos, grabados , e incluso una vidriera) de Georges Rouault, uno de los artistas más relevantes y personales de las vanguardias del s. XX. El conjunto incluye algunas obras especialmente representativas, como Parade (c. 1907-1910), L’apprenti-ouvrier (1925), Veronique (1945) o la serie de grabados Miserere (de la que el museo de Bilbao posee 4 estampas), aunque no es en este caso su muestra, y a pesar de su reconocida calidad, el punto fuerte de una exposición que presenta por primera vez un buen número de obras inéditas e inacabadas procedentes del taller del artista, donadas al Estado francés en 1963 por su viuda Marthe Rouault.
La selección permite realizar un acercamiento no sólo a la plástica de Rouault, a su evolución técnica, y a su desarrollo conceptual como autor, sino, y principalmente a través de los temas seleccionados, a la profunda búsqueda desarrollada por el artista en torno a la condición humana. En Rouault se funde lo divino y lo humano en unas composiciones que buscan siempre la representación de la dignidad del alma humana. Asuntos artísticos como el circense, tan de moda a comienzos de siglo a través de autores como Picasso, Daumier o Toulouse-Lautrec, le permitirán ahondar en esta idea, vertebrando, junto con tipologías sacras, buena parte de una producción que cada vez se irá volviendo más colorista y esperanzada.
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