Habitualmente existen dos tipos de azucares: el procesado y el azúcar natural.
El primero son agregados industriales como la fructosa, los jarabes y los siropes, presente en la mayoría de alimentos procesados (incluso si son salados) y generalmente en cantidades excesivas.
Estos tipos de azucares tienen más de 22 nombres diferentes pero todos ellos causan los mismos efectos negativos en el cuerpo, por lo que, en exceso, no existe una diferencia entre el jarabe de alta fructosa o el azúcar blanco. Ambos pueden transformarse en grasa y provocar enfermedades.
El azúcar natural es el que está presente en las frutas. Nos aporta energía y nutrientes que nuestro cuerpo necesita, como fibra y vitaminas. Simplemente comer de tres a cinco porciones de fruta te asegurará el azúcar que necesitas y te ayudará a tener energía.
AZÚCAR OCULTO
La mayoría de los alimentos y bebidas que consumimos contienen azucares en cantidades excesivas.
Sin ser conscientes, estamos llenando nuestro cuerpo con cantidades impresionantes de azúcares cada día, lo que invariablemente se traduce en un aumento de peso y la aparición de enfermedades crónicas como la diabetes.
¿Dónde se esconde? En refrescos, zumos y bebidas industriales (incluso bebidas de soja y arroz), salsa de tomate, aderezos, mayonesa, alimentos procesados listos para comer (también congelados), cereales de caja, pan de molde (blanco o integral), embutidos, lácteos, salmón ahumado… la lista es muy larga, así que mira bien las etiquetas nutricionales antes de echar a tu carrito un producto supuestamente inocuo.
RECOMENDACIÓN DIARIA
Lo que nuestro organismo necesita es la glucosa, la forma final de la digestión de todos los hidratos que ingerimos (desde azúcar blanco a verduras, patatas o legumbres) y fundamental para el organismo, ya que es el combustible imprescindible para que las células puedan realizar correctamente las funciones metabólicas.
Tomado con moderación y de forma aislada no es un problema, la recomendación diaria de azúcar para un adulto medio sería de unos 20 g, es decir, unas 6 cucharadas pequeñas (de café). Pero un refresco de 200 ml de cola tiene aproximadamente 12 cucharaditas…
Esto quiere decir que muchos productos que tomamos habitualmente superan la recomendación diaria, por lo que si sumas, podrías estar multiplicando de forma alarmante tu consumo de azúcares.
TE ROBA NUTRIENTES
El azúcar blanco es un comestible que produce importantes efectos fisiológicos negativos sobre el aparato locomotor (sustrae el calcio a los huesos) y el sistema nervioso (lo estimula en exceso).
También afecta al funcionamiento de las defensas y sobreexcita el páncreas, además de tener otros efectos de tipo anímico. “Para su asimilación, el azúcar blanco debe sustraer al organismo vitaminas del grupo B, calcio y diversas sustancias vitales que ayudan a completar el proceso”, dice.
También se ha comprobado que las personas que consumen mucho azúcar comen de forma más deficiente y no ingieren todos los nutrientes necesarios a través de otros alimentos. El proceso de desmineralización y pérdida de vitaminas disminuye la capacidad de absorción de nutrientes y enlentece el metabolismo, lo que provoca fatiga, falta de energía, caída del cabello, problemas digestivos, dentales y hasta depresión.
MENOS BELLA
Según los expertos, el consumo excesivo de glucosa deteriora el colágeno y acelera el envejecimiento de los tejidos.
Por un proceso llamado glicación, el exceso de glucosa presente en el organismo transforma el colágeno, que se vuelve más rígido, provocando la flaccidez y descolgamiento de la piel.
CÓMO SUSTITUIRLO
Lo más conveniente es reducir el consumo de azúcar al mínimo y sustituirlo por miel, sirope de agave, estevia, azúcar de abedul, frutos secos dulces o melazas, que no tienen un dulzor engañoso pero satisfacen las necesidades de dulce”.
La panela o azúcar de caña puro, muy utilizado en Sudamérica, es otra opción. Además, hay que seguir una dieta rica en frutas, verduras y carbohidratos como la pasta, las legumbres o el arroz.
También es buena idea tomar hidratos integrales, más nutritivos, de digestión más lenta y más interesantes para el control del peso. Con estos alimentos, de los que el organismo obtiene la glucosa por degradación, se mantendría un nivel óptimo de azúcar en sangre de entre 80 y 110.
Los edulcorantes sin calorías deben usarse con mucha moderación, aunque no tienen el efecto del azúcar, tu cerebro seguirá con antojo de alimentos dulces. Luisa Martín Rueda. Libro, Vivir Sin Azúcar.
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