PAUL CÉZANNE
(Aix-en-Provence 1839 – 1906)
Paul Cézanne, pintor francés perteneciente a la generación impresionista y una de las figuras que más han influido en el arte contemporáneo.
Estudió en su ciudad natal, primero en el colegio Bourbon (1852-1858), donde conoció a Émile Zola, con el que trabó amistad. Luego se fue a estudiar a la escuela de dibujo , y más adelante, por voluntad paterna, a la facultad de derecho. Poco después de matricularse en ésta, comprendió que debía dedicarse por entero a la pintura.
En la casa de campo de su padre, el “Jas de Bouffan”, instaló su primer estudio, y en 1860, cuando Zola se trasladó a París, Cézzane pidió permiso a su padre para ir a reunirse con su amigo y estudiar pintura. Con ayuda de su madre y hermana logró su deseo al año siguiente, y se inscribió en la Academia suiza para preparar el examen de ingreso en la de bellas artes.
En el salón de 1861 todavía le agradaron pintores como Cabanel, Gustave Doré, Meissonier, contra los que ya apuntaba la nueva generación. Pero al ver en el Louvre obras de Caravaggio, Velázquez, Ribera y Zurbarán percibió la profunda diferencia que hay entre unos y otros. Este descubrimiento, tan importante para su carrera artística, le produjo una crisis y, creyéndose incapaz de pintar, regresó a Aix y aceptó un empleo en el banco de su padre. En esta época pintó y retrató a su padre y al enano Achille Emperaire, amigo del pintor.
En 1862, decidió volver a París para consagrarse definitivamente a la pintura. Reanudó su trato con Zola y conoció en la Academia suiza a Guillaumin y a Pissarro. Este encuentro fue decisivo: su estilo tosco, de colores oscuros y materia muy empastada (El reloj de mármol negro), evolucionó en contacto con nuevos camaradas, especialmente Pizarro. Cézanne se creó un estilo propio que él mismo llamaba “couillard”: un estilo desligado de las normas académicas que le habían enseñado, de toda escuela, de todo prejuicio.
En 1866, le rechazaron su primer envío al Salón, hecho que se repitió con todos sus envíos hasta el fin de su vida. Sólo una vez –por intervención de su amigo Guillemet-. Le aceptaron una obra, que pasó inadvertida. Por entonces conoció a la modelo Hortense Fiquet, de la que tuvo un hijo.
En 1866, le rechazaron su primer envío al Salón, hecho que se repitió con todos sus envíos hasta el fin de su vida. Sólo una vez –por intervención de su amigo Guillemet-. Le aceptaron una obra, que pasó inadvertida. Por entonces conoció a la modelo Hortense Fiquet, de la que tuvo un hijo.
Cuando estalló la guerra franco-prusiana (1870), Cézzane se hallaba en Provenza. Vivía en L’Estaque, en una casa de su madre, con Hortense. Allí pinto numerosos paisajes y bodegones, en los que ya se aprecia la evolución de su arte: colores más vivos, pintura más fluida. Había asimilado la lección impresionista: el color como elemento constructor, no sólo a base de contrastes, sino de fusiones, vibraciones y transparencias.
En 1872, regresó a París y pintó en Louveciennes una serie de paisajes (Aldea de pescadores, La carretera del Coeur-Volant, Mercado de vino), en compañía de Pissarro y otros pintores, todos ellos convencidos de la importancia de pintar al aire libre, “sur le motif”. De allí pasó a Auvers-sur-Oise, donde pintó La casa del ahorcado (1873, Louvre), que marca un nuevo rumbo en su pintura. Al año siguiente participó en la primera exposición impresionista con Paisaje en Auvers, Una moderna Olimpia, etc. A la tercera exposición impresionista (1877) envió dieciséis lienzos, que fueron acogidos desfavorablemente por crítica y público.
En 1884, se casó con Hortense. Por aquel tiempo Zola publicó La obra; Cézzane creyó reconocerse en el personaje de Lantier y rompió su vieja amistad con el escritor. Después de la muerte de su padre (1886), dejó a su esposa e hijo en París y se instaló en Aix, donde pintó numerosos cuadros de la montaña Sainte Victoire y naturalezas muertas.
Su máxima aspiración fue la de unir en sus cuadros la vivacidad de la sensación directa –preconizada por los impresionistas- y el cuidado por la composición, el ritmo y la cadencia. Siguiendo esta tendencia constructivista, se esforzó por representar la estructura fundamental de la naturaleza. Para ello empleó simplemente el color prescindiendo del modelado y del claroscuro de la pintura tradicional. Estimó que la forma y el color no son elementos diferentes, y precisó: “A medida que se pinta se dibuja… Cuando el color es rico, la forma es plena”.
En 1895, Ambroise Vollard organizó una exposición de obras de Cézanne, pero el artista no quedó satisfecho con la crítica favorable porque era evidente que no había comprendido su pintura. En 1899, expuso en el salón de Independientes. Su nombre empezaba a ser conocido. Jóvenes pintores, como Émile Bernard y Charles Camión, le pedían consejo.
Cézzane, que seguía viviendo en Aix, se trasladaba con frecuencia a París y pintaba en el bosque de Fointanebleau. El primer salón de otoño (1904) consagró su éxito. “Fauces” y cubistas empezaron pronto a llamarse sus continuadores. Y es que la tendencia constructivista de Cézanne, en su rotunda afirmación de los elementos estructurales de la realidad (cubo, esfera, cilindro, cono), estaban en germen las intenciones estilísticas del cubismo , que adquirió “estado civil” al año siguiente de la muerte del pintor.
Las obras de su último período fueron -y son- consideradas por los entendidos como obras geniales (Jugadores de cartas, 1890; El hombre de la pipa, 1890; El lago de Annecy, 1896; Bañistas, 1895-1905; La vieja del rosario, 1900-1906). Sin embargo, la consagración definitiva de Cézanne no se produjo hasta después de su muerte.
En 1884, se casó con Hortense. Por aquel tiempo Zola publicó La obra; Cézzane creyó reconocerse en el personaje de Lantier y rompió su vieja amistad con el escritor. Después de la muerte de su padre (1886), dejó a su esposa e hijo en París y se instaló en Aix, donde pintó numerosos cuadros de la montaña Sainte Victoire y naturalezas muertas.
Su máxima aspiración fue la de unir en sus cuadros la vivacidad de la sensación directa –preconizada por los impresionistas- y el cuidado por la composición, el ritmo y la cadencia. Siguiendo esta tendencia constructivista, se esforzó por representar la estructura fundamental de la naturaleza. Para ello empleó simplemente el color prescindiendo del modelado y del claroscuro de la pintura tradicional. Estimó que la forma y el color no son elementos diferentes, y precisó: “A medida que se pinta se dibuja… Cuando el color es rico, la forma es plena”.
En 1895, Ambroise Vollard organizó una exposición de obras de Cézanne, pero el artista no quedó satisfecho con la crítica favorable porque era evidente que no había comprendido su pintura. En 1899, expuso en el salón de Independientes. Su nombre empezaba a ser conocido. Jóvenes pintores, como Émile Bernard y Charles Camión, le pedían consejo.
Cézzane, que seguía viviendo en Aix, se trasladaba con frecuencia a París y pintaba en el bosque de Fointanebleau. El primer salón de otoño (1904) consagró su éxito. “Fauces” y cubistas empezaron pronto a llamarse sus continuadores. Y es que la tendencia constructivista de Cézanne, en su rotunda afirmación de los elementos estructurales de la realidad (cubo, esfera, cilindro, cono), estaban en germen las intenciones estilísticas del cubismo , que adquirió “estado civil” al año siguiente de la muerte del pintor.
Las obras de su último período fueron -y son- consideradas por los entendidos como obras geniales (Jugadores de cartas, 1890; El hombre de la pipa, 1890; El lago de Annecy, 1896; Bañistas, 1895-1905; La vieja del rosario, 1900-1906). Sin embargo, la consagración definitiva de Cézanne no se produjo hasta después de su muerte.
¿Sabias que alguna de las obras de Paul Cézanne se encuentran entre las más caras del mundo?
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