LA GERENCIA Y EL DESARROLLO
La gerencia y su relación con los países desarrollados y en desarrollo
La gerencia surgió en los países desarrollados. Pero ¿Cómo afecta a los países en desarrollo? Lo primero es que la gerencia, junto con la nueva capacidad de comunicación, ha creado una economía global, que ha cambiado las reglas.
Ya no es necesario ser un líder en innovación tecnológica – se requiere innovación en gerencia y mucha educación. Ese es el caso de Japón, que logró un puesto importante en la economía mundial al aplicar la teoría organizacional, considerar al recurso humano como un recurso en lugar de un costo, y al practicar el mercadeo mucho antes que otros países lo hicieran.
Los países en desarrollo ya no son necesarios para los industrializados. Estos últimos producen más alimentos que los que pueden consumir, y producen unas ¾ partes de los bienes y servicios del mundo – y representan una proporción similar del mercado para los mismos.
Pero quizás lo más relevante para los países en desarrollo es que no pueden aspirar a convertirse en potencias económicas siguiendo la evolución de la empresa y los negocios – es decir, recorriendo los pasos desde el siglo XIX hasta hoy. Quienes lo han logrado, lo han hecho aprovechando las circunstancias y los avances en los procesos de producción y distribución.
Los fondos de pensiones
El reto más importante para los países en desarrollo es el resultado de un cambio externo, el cambio en la posesión de las empresas, de manos privadas, a manos de los empleados, a través de los fondos de pensiones. Se trata quizás del desarrollo más positivo del siglo XX, ya que resuelve el “asunto social”, el conflicto entre el capital y trabajo.
Para la gerencia, este cambio ha significado gran turbulencia, ya que los fondos de pensiones son la causa de la explosión en adquisiciones hostiles de los últimos años. Nada desmoraliza a la gerencia más que una adquisición hostil.
En EUA, los fondos de pensiones eran dueños de más del 40% de las empresas, siendo el primer proveedor de capital del país. De hecho, los millonarios han pasado a ser irrelevantes en los países desarrollados, aún cuando acaparen la atención de los medios.
El problema es que los numerosos intentos por resolver la diferencia de intereses entre la empresa y el empleado haciendo a estos últimos accionistas han fallado, por dos razones:
1) Ser accionista no satisface las necesidades económicas del empleado. Por el contrario, coloca todos sus recursos en la empresa que lo emplea.
2) Se destruye la empresa, porque el capital está inadecuadamente formado: se invierte poco en investigación y desarrollo, hay resistencia a abandonar lo viejo.
A pesar de esto, el concepto de los empleados como accionistas no sólo es interesante, sino inevitable.
Publicado en Harvard Business Review, - Discusión enviada por Christian Navarro Y.
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