Aprenderse las cosas de memoria... ¿sigue siendo una habilidad practicada y valorada?

Thomas Gradgrind, un personaje de Charles Dickens, se aseguraba de depositar en sus alumnos "galones imperiales de hechos para llenarlos hasta el borde".

Y, aunque hoy en día muchos desprecian sus métodos, pero quisieran poder utilizarlos.

Programas educativos en la actualidad reemplazan los exámenes tradicionales por otro tipo de evaluaciones, tareas, ensayos, con la idea de que así se hace más ligera y llevadera la experiencia del aprendizaje.

Es difícil encontrar una posición común entre los tradicionalistas y los innovadores, pero hay un punto notable de consenso: grandes cantidades de personas en ambos lados del debate educativo ni siquiera son capaces de recordar, por ejemplo, sus datos bancarios en línea.

Se puede perdonar a los estudiantes que se cuestionan por qué tienen que memorizar datos como los períodos de glaciación o los gases nobles si una vez que terminan el examen jamás podrían volver a necesitar ese conocimiento en sus vidas cotidianas.

El caso es que tenemos mucho menos conocimiento del que consideramos tener. Y que a veces ni siquiera podemos recordar, digamos, la letra de una canción.

¿Importa eso en la era de la información cuando tenemos a mano almacenes de datos como el teléfono celular o las computadoras personales?

Hay muchas personas que necesitan, no sólo un procesador bastante bueno en la cabeza, sin también bastante memoria RAM. Profesiones como la medicina o el derecho requieren almacenar datos equivalentes al aprendizaje de un idioma completamente nuevo.

Las calles de la ciudad

Pero hay otras ocupaciones en las que también es vital memorizar información. Por ejemplo, la de taxista.

Los conductores de los típicos taxis negros londinenses necesitan un conocimiento detallado de un radio de nueve kilómetros de la estación de Charing Cross, en el centro de la capital del Reino Unido.

Los taxistas aprenden 320 rutas, y todos los puntos de referencia y los lugares de interés a lo largo del camino.

El proceso puede tomar de tres a cinco años, y las tasas de deserción se dice que son de alrededor del 80%.

Nick O'Connor asegura que va por buen camino después de 22 meses de estudio.

En sus palabras, "no se necesita de una persona específica o una específica habilidad del cerebro. Basta con intentar ser estructurado y tener la motivación para levantarse cada día y salir en bicicleta (a investigar las rutas) Yo diría que cualquiera puede hacerlo".

Él normalmente pasa dos horas recorriendo los itinerarios prescritos, así como también estudiando los mapas.

Teniendo en cuenta que su otro trabajo diario es en una escuela especializada en conocimiento sobre Londres, el mapa de las calles de la ciudad rara vez está fuera de su mente.

¿Y si se menciona la frase navegación satelital? O'Connor confía en que el hombre puede vencer a la máquina. "Se trata de la velocidad del pensamiento. Antes de que se pueda introducir una dirección en el aparato de navegación vía satélite, el conductor del taxi a menudo ya está en camino, porque sabe exactamente donde tiene que ir".

En escena

Si a un taxista le falla la memoria, el cliente se molesta. Pero si se trata de un artista, puede ser mucho peor.

El actor y escritor Michael Simkins vivió lo que llama su "peor pesadilla" en el escenario, cuando, cansado, por la dedicación a otros proyectos, olvidó lo que tenía que decir en un parlamento.

"Fue estremecedor. Me tomó entre 10 y 12 semanas recuperarme", dice.

Tras esa experiencia, "cada día antes de salir a escena repasaba constantemente mis parlamentos, lo cual puede ser fatal ya que puede generar más terror. Todavía puedo sentir las consecuencias (del olvido) 25 años después".

Simkins asegura que los actores aprenden el guión de maneras muy diferentes. Algunos, como él, usan la memorización previa a la antigua mientras que otros aprenden sus partes más adelante, en la fase de ensayo.

Y las necesidades propias de las telenovelas han generado su manera única de aprender el guión.

Batallas medievales

"Batallas medievales"

"Cuando se trabaja en las telenovelas, los actores comienzan a actuar a veces sin apenas saber sus parlamentos, pero tienen una capacidad de aprenderlos con una velocidad colosal. Y ya al día siguiente no los recuerdan. Es algo notable".

Según él, los actores son buenos encubriendo errores, y es poco probable que el público conozca el guión exacto. Un error seguido de una recuperación rápida e ingeniosa, en una comedia, "puede ganarse al público". En una tragedia, no tanto.

Canciones y poemas

Algo parecido a la tragedia fue, por ejemplo, la situación en la que la cantante Christina Aguilera se encontró a principios de este año cuando confundió la letra del himno estadounidense en el Super Bowl de EE.UU.

Y es que los artistas a veces puede ganar notoriedad por un solo error.

Para el resto de nosotros, la memorización puede no ser necesaria para nuestra supervivencia económica, pero puede aportar un placer inexplicable.

Algunos, sobre todo los más mayores, podrán declamar sin esfuerzo poemas aprendidos en la escuela.

Los niños de primaria de hoy aprenden canciones, diálogos de una obra, o herramientas útiles como las tablas de multiplicar, dice Mark Brown, director del colegio St. Mary, en Axminster, Devon, Inglaterra, pero rara vez aprenden poemas como lo hacían sus abuelos.

La capacidad de los niños a disfrutar y recordar con precisión es a menudo subestimada.

Brown recuerda una obra de Navidad en la que el niño que hacía de Herodes se enfermó. "Uno de los pequeños entró y dijo que podía reemplazarlo. De hecho la mayoría de los niños en la obra se sabían todo el guión", cuenta.

"Para saber una parte a veces se necesita saber las de los demás", enfatiza.