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INSTITUTO DE LOS ANDES

(01) SISTEMA MOR

EL CEREBRO DE UN GOURMET

¿Por qué los niños no soportan las verduras y (casi) siempre hay hueco para el postre?, la clave se encuentra en cómo funciona el cerebro, un "gourmet" al que enloquecen las sorpresas, según el catedrático Javier Cudeiro, autor de "Paladear con el cerebro".

La obra nació de una conversación con Ferrán Adriá, en la que el chef le comentó su idea de haber reescrito junto al ya fallecido escritor Manuel Vázquez Montalbán, "La fisiología del gusto", de Jean-Anthelme Brillat-Savarin, el primer libro del siglo XIX que aborda la gastronomía desde la perspectiva científica.
"Paladear con el cerebro" explica cómo interpretamos a través de los sentidos todo aquello que olemos, tocamos, vemos..., y qué neuronas se activan para que algunas experiencias gastronómicas resulten "alucinantes", explica Cudeiro, catedrático de Fisiología, dedicado al estudio de los sistemas sensoriales.
Y, pese a que el ser humano es una "máquina de predecir", o dicho de otro modo: quiere conocer qué va a ocurrir en cada momento, al cerebro le encanta que el chef le cautive con lo inesperado.
Por ejemplo, una reproducción exacta de un huevo, cuya cáscara en realidad es chocolate blanco, o una aceituna que guarda en su interior "pica pica".
"Si lo que está prediciendo el cerebro no es lo que espera -y ahí entran los cocineros-, sobreviene una especie de alarma o de sorpresa. Puede, o no, ser placentera, pero siempre es atractiva", añade el catedrático de la Universidad de La Coruña, en el noroeste de España.
¿Y por qué razón siempre queda hueco para el postre", se interroga el autor de "Paladear con el cerebro" (editorial Catarata). La razón hay que buscarla en la corteza órbito-frontal, situada encima de las órbitas oculares y que cobija a las neuronas encargadas de la información sensorial.
Tras una comida copiosa, un grupo de neuronas disminuyen su actividad y el organismo recibe el mensaje de que es suficiente, pero "si de repente introduces, por ejemplo, el postre, esas neuronas retoman su actividad y le dicen a otras zonas del cerebro que tienen un hueco pese a la saciedad".
Algo parecido puede ocurrir con las células neuronales relacionadas con el olfato cuando reciben un estímulo (olor) constante de un alimento, de modo que dejan de "funcionar" y se produce una sensación pasajera de saciedad.
El autor también explica el motivo por el que los niños no aguantan las verduras: son "superdegustadores", igual que algunas personas adultas con una capacidad superior al resto a captar sensorialmente el alimento, debido a que poseen una mayor cantidad de papilas gustativas.
Ello hace que, en el caso de los niños, perciban con mayor intensidad ciertos sabores, como el amargor de verduras como los grelos o las coles de Bruselas.
El cerebro es también responsable de la ausencia de apetito cuando dormimos, porque hay un mecanismo dentro del mismo que "juega" con las hormonas de la leptina y la grelina, esta última causante del apetito.
Durante el sueño, "la secreción de la grelina disminuye y aumenta la de la leptina (una hormona que dice que no comas más)".
Por otro lado, opina el catedrático, no es posible afirmar si los humanos tenemos unas células nerviosas más inclinadas hacia lo dulce, salado.., porque tienden a compensarse y, en consecuencia, hay de todo.
Pero sí es cierto, matiza, que "buscan los componentes más necesarios para la vida, como es el caso de la sal, frente a los elementos dulces no tan imprescindibles".
Quizás -ironiza en tono de humor- estamos asistiendo al nacimiento de una nueva disciplina neurocientífica: la neurogastronomía.
Y tampoco sería de extrañar que surgiera la neuro-ética o técnicas que permitan descubrir a los mentirosos en un tribunal mediante las imágenes que ofrece la resonancia magnética, concluye.
Fuente: milenio.com

CÉLULAS MADRE Y MEMORIA

La empresa, que se llama StemCells, está apostando por que su preparado de células madre procedente de tejido cerebral fetal jugará muchos papeles distintos en el sistema nervioso central. La empresa y sus colaboradores ya han demostrado que su producto de células madre patentado tiene potencial para proteger la visión en los ojos con enfermedades, actuar como células de apoyo del cerebro o mejorar la capacidad motriz en roedores con lesiones medulares.

Esta capacidad metamórfica no es tan sorprendente, después de todo, se trata de células madre. Pero los expertos afirman que la calidad de los científicos que trabajan para StemCells y las interesantes propiedades de sus células hacen que la empresa destaque. “Han sido inquebrantables en su trabajo por conseguir ensayos clínicos para estas células. Es un camino muy difícil y ellos lo han conseguido”, explica Larry Goldstein, investigador de células madre neuronales y director del programa de células madre de la Universidad de California San Diego (EE.UU.).

La empresa descubrió la técnica para aislar estas células del tejido cerebral en 1999 y desde entonces ha invertido unos 200 millones de dólares (unos160 millones de euros) en mejorar la tecnología. “Ahora estamos en la fase más emocionante, porque ya tenemos datos clínicos humanos, no solo de pequeños mamíferos”, afirma Martin McGlynn, consejero delegado de StemCells.

Su empresa no es la única que está haciendo ensayos clínicos con células madre. A pesar de que el hecho de que Geron abandonara el primer ensayo mundial con células madre embrionarias, dando mucho que hablar (ver Geron clausura un programa pionero de investigación con células madre), muchos otros grupos han seguido avanzando en sus terapias con células madre no embrionarias para tratar leucemia, colitis, infartos y más. Mientras, Advanced Cell Technology continúa con sus ensayos clínicos en el Reino Unido de una terapia de células madre embrionarias para la ceguera. Las células madre no embrionarias pueden provenir de toda una serie de fuentes: médula, sangre o tejido fetal donado proveniente de abortos, como en el caso de StemCells y Neuralstem, otra empresa centrada en las células madre neuronales. En los últimos años, los científicos también han desarrollado métodos para convertir células adultas normales en células madre (las denominadas células madre pluripotentes inducidas), pero aún no se ha comprobado que sean seguras en humanos.

Aunque StemCells no es un lobo solitario, puede ser el jefe de la manada. Uno de los primeros estudios en humanos de StemCells fue una prueba a muy pequeña escala con niños con una enfermedad neurodegenerativa rara y mortal llamada enfermedad de Batten. En 2006 la empresa empezó la primera prueba de células madre neuronales humanas autorizada por la Agencia del Medicamento de Estados Unidos en la Universidad de la Salud y la Ciencia de Oregon (EE.UU.). En ella un neurocirujano implantó, a través de pequeñas perforaciones en el cráneo, hasta mil millones de células madre neuronales en distintos puntos de los cerebros de seis pacientes con la enfermedad de Batten.

Los resultados del ensayo sugieren que las células son seguras y se integran en el cerebro. En un principio los niños recibieron medicación inmunosupresora para impedir que su cuerpo rechazara las células. Pero pasado un año se dejó de administrar el tratamiento inmunosupresor. “Una de las grandes preguntas que nos hacíamos, que se hacía el mundo científico y la Agencia del Medicamento, era qué pasa con estas células cuando retiras la inmunosupresión”, explica McGlynn.

Sin embargo, el tratamiento no libró a los niños de los efectos de la enfermedad y algunos de ellos han sucumbido a la misma. Algunos de los padres de los niños fallecidos han dado permiso para hacerles una autopsia, gracias a lo cual los científicos han podido observar que incluso tras un año y medio sin inmunosupresión, las células trasplantadas habían sobrevivido. La empresa quería probar la terapia celular en una fase menos avanzada de la enfermedad, pero no pudo encontrar pacientes que cumplieran los requisitos necesarios en esa fase de la enfermedad y canceló la prueba.

En otro pequeño ensayo, las células han demostrado la capacidad de hacer cambios funcionales en el cerebro humano. En la Universidad de California, en San Francisco, (EE.UU.), cuatro niños con una enfermedad genética que impide que sus cerebros produzcan mielina –la capa aislante de las neuronas necesaria para que se produzcan conexiones eléctricas adecuadas- recibieron el tratamiento celular. En el estudio de StemCells, tres de los niños tratados lograron mejoras pequeñas pero apreciables de la función neurológica, mientras que el cuarto permaneció estable. Los escáneres de resonancia magnética realizados indican que las neuronas de los niños han ganado capas de mielina, que permanecen incluso tras la retirada de los inmunosupresores.

La empresa también ha empezado a hacer ensayos con pacientes con lesiones medulares y degeneración macular, una enfermedad ocular que destruye la visión central de forma gradual. Su ensayo clínico con pacientes con lesiones medulares se realiza en Suiza y comenzó en 2011 en la Universidad de Zurich. Hasta la fecha tienen a tres pacientes inscritos en el ensayo, dos de los cuales han informado de cambios en su sensibilidad táctil. Cada uno de estos pacientes ha recibido un trasplante directo de 20 millones de células madre a la médula. El mes pasado la empresa también anunció el inicio de un ensayo para la degeneración macular seca, relacionada con la edad, para la que actualmente no existen tratamientos aprobados por la Agencia del Medicamento de Estados Unidos. Un ensayo en la Fundación Retina del Suroeste con sede en Dallas (EE.UU.) probará células madre en los ojos de hasta 16 pacientes.

Pero incluso con años a sus espaldas de datos sólidos en pruebas con animales e inicios prometedores en humanos, el éxito no está garantizado. “Los animales solo te proporcionan un subconjunto de datos”, afirma Goldstein. “¿Quién sabe qué funcionará para cada enfermedad? Cuando llegas a los ensayos clínicos en humanos, nada es seguro”.

EL PODER DEL CEREBRO

El cerebro consiste en un compleja maquina que controla y regula las acciones y reacciones del cuerpo.

Nuestro cerebro, de forma automática e inconscientemente por nuestra parte, se encarga de hacer bombear la sangre a nuestro corazón, que funcione correctamente el aparato circulatorio, los pulmones unidos a todo el sistema respiratorio, el estómago y todo el aparato digestivo, linfático, glandular, nervioso, renal, térmico, muscular, su propio mantenimiento y funcionamiento, etc, etc.

El cerebro y la mente, son dos términos que se entremezclan, nos referimos a cerebro más generalmente refiriéndonos a la masa encefálica en si, mientras que cuando hablamos de mente nos solemos referir más al pensamiento.

La mente es la encargada de nuestro entendimiento, crea nuestros pensamientos, nos proporciona la creatividad, gracias a ella tenemos la capacidad de aprender, razonamos, percibimos lo que nos rodea, nos hace sentir las emociones, la utilizamos de disco duro, imaginamos con ella, encontramos en ella la voluntad para hacer las cosas y toda una inmensa serie de cosas mas.

A más profundizo en el tema de la mente, mas me apasiona, es curioso que cuantas mas cosas sabes sobre la mente, te das cuenta, que mas cosas te faltan por saber.

No se, es como las matemáticas mal entendidas o mal explicadas, son un enorme hueso para los estudiantes, y en cambio, cuando las comprendes y las entiendes, (no es mi caso), mas te apasiona entender los números y las formulas.

Aquí no terminan las funciones de la mente, ya que una vez terminado todo esto, que no es poco, la mente tiene otro gran misterio escondido, el terreno amplísimo de lo paranormal.

Si aprendemos a utilizar nuestra mente, podemos evitar enfermar e incluso ayudar a nuestro cuerpo a erradicar alguna enfermedad.

Al igual que el cerebro es capaz de hacernos padecer, como hemos visto en un montón de post anteriores, muchas de las enfermedades de la mente, la enorme potencia de nuestra mente, nos puede ayudar a evitar o curar diversas enfermedades psíquicas e incluso físicas.

Para conseguir esto, es bien fácil, simplemente hemos de pensar positivamente.

Para conseguir lo contrario, también es fácil, basta con pensar negativamente.

Si os apetece ejercitar vuestra mente podéis probar a hacer estos “Ejercicios mentales”.

LAS FUNCIONES DEL SILENCIO

Conforme crecemos, las distintas áreas cerebrales se ocupan en distintas funciones bajo un fenómeno fascinante.

Cuando las personas nacen con alguna condición congénita, como la sordera o ceguera, su cerebro se desarrolla para procesarse de manera diferente.

Un estudio reciente ha revelado que las personas sordas usan gran parte de su corteza auditiva para procesar el sentido del tacto.

Al crecer, las neuronas envían sus axones (prolongaciones de neuronas especializadas en conducir el impulso nervioso) para encontrar sus conexiones en otras neuronas.

Aquí la células ganglionares de la retina proyectan sus axones para desviar su conexión hacia el tálamo, un viaje relativamente largo y preciso.

Entonces, las neuronas visuales del tálamo hacen lo mismo hacia la corteza cerebral visual. Este proceso es un crecimiento gradual muy exacto y masivo, ya que millones de neuronas se van desarrollando conforme este sistema va creciendo con la edad.

Todo este proceso se basa en la herencia genética, pero también en la experiencia del individuo: si una neurona no encuentra un agente para conectarse, o si el hueco está ocupado o si no encuentra respuesta en la neurona, o si la respuesta es débil, esta neurona se suicida bajo un proceso de muerte celular llamadoapoptosis

Mediante un proceso darwinista, influenciadas por el entorno, las neuronas seleccionan las sinapsis fuertes y funcionales. 

¿Qué pasa cuando al nacer carecemos de la vista u oído?

Lo que pasa es que las conexiones neuronales del sentido en cuestión no se desarrollan, haciendo que el cerebro se conecte de forma diferente.

Si alguien nace sordo, su corteza auditiva no recibe señales provenientes del oído, por lo que incluso una prótesis no ayudaría a que escuchara bien; esto no pasa con una persona que se vuelve sorda en su etapa adulta, pues ya teniendo desarrollado su corteza cerebral, una prótesis funcionaría mejor.

En una persona sorda de nacimiento, los axones del nervio visual no encuentran la competencia usual del nervio auditivo, por lo que sus conexiones se hacen más fuertes: la corteza cerebral auditiva comienza a ocuparse de los fenómeno visuales.

Un caso conocido es el del movimiento: personas invidentes de nacimiento fueron estudiadas a través de resonancia magnética fMRI en el estudio. 

Al escuchar pasos aproximándose, el área visual dedicada al movimiento es activada, lo que quiere decir que esta región se había interconectado para procesar sonidos.

Es así como reafirmamos que el cerebro posee una plasticidad fascinante que es capaz de enfocar áreas a un sentido en particular que originalmente no estaban hechas para él

SISTEMA MOR: CEREBRO Y SONIDOS

MADRID, (EUROPA PRESS) -  

Investigadores del Hospital General de Massachusetts, en Estados Unidos, han identificado una zona del cerebro responsable de determinar a qué distancia se origina un sonido, según el informe que pública el 'Proceeding of the National Academy of Sciences' (PNAS).

   Aunque los sonidos se hacen más fuertes cuando la fuente se acerca a nosotros, los humanos somos capaces de discriminar entre los sonidos fuertes que vienen de muy lejos, y los sonidos suaves de una fuente cercana, lo que sugiere que el cerebro utiliza las señales de distancia de una forma independiente a las señales de volumen del sonido, según afirma Jyrki Ahveninen, autor principal del informe.

   El investigador ha explicado que, "mediante el uso de resonancia magnética funcional, encontramos un grupo de neuronas, en la corteza auditiva, sensibles a la distancia de las fuentes del sonido, y diferentes a las neuronas que procesan los cambios en la intensidad. Además de proporcionar información científica básica, nuestros resultados podrían ayudar a los futuros estudios sobre trastornos de la audición".

   El cerebro humano posee distintas áreas para el procesamiento de la información sensorial. Los estudios sobre la corteza visual, situada en la parte posterior del cerebro, han producido mapas detallados de determinadas partes del campo visual. Sin embargo, la comprensión de la corteza auditiva, situada a los lados de la cabeza, por encima y detrás de la oreja, es bastante limitada.

   Aunque se sabe que la porción de la corteza auditiva que se extiende hacia la parte posterior de la cabeza determina de dónde procede un sonido, se desconoce cómo el cerebro traduce las señales auditivas complejas para determinar la ubicación y la distancia desde la que se origina un sonido.

   En el primer experimento, los participantes del estudio -12 adultos con audición normal- escucharon una serie de sonidos vinculados a diversos grados de intensidad y distancia, y se les pidió que indicaran si el segundo sonido procedía de más cerca, o más lejos, que el primero. A pesar de que las diferencias en la intensidad variaron, los participantes fueron muy precisos al distinguir las distancias de los sonidos simulados.

   El análisis acústico de las señales sonoras presentadas indicó que las reverberaciones producidas por un sonido, más pronunciadas en un ambiente cerrado, y los sonidos cuyo origen es lejano, pueden ser señales más importantes que las diferencias entre los sonidos percibidos.

   Después de que el primer experimento confirmara la exactitud de la simulación del ambiente acústico, imágenes por resonancia magnética funcional, tomadas mientras los participantes escuchaban otra serie de sonidos, registraron cómo la actividad en la corteza auditiva cambiaba en respuesta a la intensidad de los sonidos y a su dirección variable, así como al silencio. Las imágenes producidas identificaron una pequeña zona que parece ser sensible a las señales que indican la distancia, pero no el volumen del sonido. Según los investigadores, esta es la primera vez que se descubren neuronas sensibles a las distancias del sonido.

   La zona identificada se encuentra cerca de las áreas auditivas corticales que procesan otros tipos de información espacial, explica el coautor Norbert Kopco.

   Kopco añade que esto es consistente con un modelo general de procesamiento perceptivo en el cerebro, lo cual sugiere que en la audición, como en la visión y otros sentidos, la información espacial se procesa por separado a partir de información sobre la identidad del objeto.

   El estudio también ilustra lo importante que es combinar la experiencia de diferentes ámbitos -en este caso la fisiología, la psicología y la neurociencia computacional- para avanzar en nuestra comprensión de un sistema tan complejo como el cerebro humano.

LA NEUROTEOLOGÍA

En los últimos años, diversos neurólogos han tratado de darle una explicación cerebral al fenómeno de la espiritualidad humana. 

De hecho, la neurología ha llegado a desarrollar una rama específica de investigación, la neuroteología o neurociencia espiritual, que se encarga de estudiar las actividades neuronales relacionadas con experiencias subjetivas de espiritualidad.

Algunos de los hallazgos realizados en este sentido han sido los siguientes: En 2010, una investigación realizada por científicos del Institute of Neurology de Londres, reveló que existía una relación entre el lóbulo temporal derecho y la religiosidad. 

Por otro lado, un estudio de investigadores de la Universidad de Udine, en Italia, ha vinculado las zonas parietales posteriores del cerebro con la noción de “autotrascendencia” , concepto que se usa para evaluar el comportamiento espiritual de cada individuo; y una investigación llevada a cabo por especialistas del National Institute on Aging (NIA), de Estados Unidos, ha establecido una asociación entre la religiosidad y el volumen del gyrus temporal medio de nuestro cerebro. 


De este modo, los expertos llevan tiempo tratando de averiguar si el cerebro humano cuenta con un “God spot” o “punto de Dios”, un área cerebral específica responsable de la espiritualidad de nuestra especie. 


Espiritualidad en el lóbulo parietal derecho 

Una de las últimas investigaciones al respecto ha sido la realizada por un neurólogo de la Universidad de Missouri (MU), en Estados Unidos, el profesor de psicología de la School of Health Professions de dicha Universidad, Brick Johnstone

En un comunicado de la MU, se explica que Johnstone se basó para su investigación en un estudio previo en el que se había vinculado la trascendencia espiritual con una reducción del funcionamiento del lóbulo parietal derecho del cerebro. 

Partiendo de este estudio, el científico evaluó las características espirituales de 20 personas que padecían lesiones cerebrales traumáticas en su lóbulo parietal derecho, que es una región del cerebro situada unos pocos centímetros por encima del oído derecho. 

Estas características espirituales fueron, entre otras, el nivel de creencia de los voluntarios en la existencia de un poder supremo o el grado de fe de los participantes en que sus vidas formaban parte de un plan divino. 


El científico descubrió así que los voluntarios con lesiones más graves en esta región cerebral mostraron un sentimiento mayor de cercanía a un poder supremo. 

 Diversas partes del cerebro implicadas 

Por otro lado, Johnstone evaluó la frecuencia de las prácticas religiosas de los participantes en el estudio, esto es, con qué periodicidad asistían a oficios religiosos o escuchaban programas religiosos; y al mismo tiempo midió la actividad de sus lóbulos frontales. 

De este modo, encontró una relación entre la actividad reducida en estas áreas del cerebro y una participación aumentada en prácticas religiosas. Es decir, que el científico determinó diversos aspectos del fenómeno espiritual vinculados a una actividad reducida del lóbulo frontal. 

A raíz de estos resultados, Johnstone señala que: “Hemos descubierto una base neuropsicológica de la espiritualidad”. Pero, teniendo en cuenta los resultados de otros estudios, el científico añade que dicha base “no estaría aislada en una sola área específica del cerebro”. 

Johnstone cree que la espiritualidad sería, por tanto, un fenómeno “dinámico, que emplea a muchas partes cerebrales. Ciertas áreas del cerebro juegan papeles más importantes, pero todas trabajan juntas para propiciar las experiencias espirituales individuales”. 

Por tanto, según el científico, el “punto de Dios” no existiría, si no que la espiritualidad sería un fenómeno complejo, que implica a múltiples áreas del cerebro, relacionadas además con muchos aspectos de las experiencias espirituales.

Relación entre la espiritualidad y el “yo” 

Por otra parte, Johnstone explica sobre sus hallazgos: “Los especialistas en neuropsicología han demostrado varias veces que los daños en la parte derecha del cerebro reducen la atención personal en el yo. El hecho de que nuestra investigación haya demostrado que la gente con estas lesiones es más espiritual, sugiere que las experiencias espirituales estarían asociadas con una reducción de la atención en el sí mismo. Esto es coherente con muchos textos religiosos, que señalan que los individuos deben concentrarse en el bienestar de otros más que en el propio”. 

También sería coherente con los resultados de estudios previos, realizados con monjes budistas y franciscanos con una función cerebral corriente, que revelaron que las personas que aprenden a minimizar el funcionamiento de la parte derecha de sus cerebros incrementan sus conexiones espirituales durante la meditación y la oración. 

En general, se sabe que el lado derecho del cerebro está relacionado con la auto-orientación, mientras que la parte izquierda está asociada con la manera en que cada individuo se relaciona con otros. Los resultados del presente estudio han aparecido en la publicación especializada International Journal of the Psychology of Religion.

 

SISTEMA MOR: CONEXIONES NEURONALES

Quienes pensaban que las neuronas del cerebro se conectaban en forma aleatoria, creando una maraña de cables imposibles de desenredar, estaban equivocados.

Por primera vez, expertos de la U. de Harvard (EEUU) obtuvieron imágenes que muestran cómo se organizan estas conexiones, las que, contrario a lo que se creía, tienen un patrón ordenado. "El cerebro se construye a partir de fibras paralelas y perpendiculares que se cruzan entre sí de manera ordenada. Encontrar este tipo de organización simple en el cerebro anterior de los animales superiores era completamente inesperado", dijo el doctor Van Wedeen, del Hospital General de Massachusetts.

Para lograrlo, los especialistas mezclaron una imagen de resonancia magnética con un sofisticado análisis matemático, para conseguir imágenes avanzadas. "No creo que nadie sospechase que el cerebro podría tener este tipo de patrón geométrico dominante", dijo Wedeen.

Este avance sienta las bases para futuras investigaciones. En teoría, permitirá conocer cómo y por qué el cerebro está organizado así. Además, se podrá crear un sistema de coordenadas para estandarizar los estudios que relacionan las anomalías en la anatomía del cerebro a ciertos trastornos neurológicos y siquiátricos. Incluso, es posible que en el futuro se puedan realizar injertos de tejido en aquellas conexiones que están fallando producto de lesiones cerebrales o enfermedades neurodegenerativas (como alzheimer y parkinson). Esto último porque, en teoría, este tejido de rejilla podría ser reemplazado por una especie de andamios que permitan restablecer una conexión específica.

Este mismo sistema de red está presente en primates no humanos, monos rhesus, monos lechuza, monos tití y los voluntarios humanos.

Según los expertos, el ordenamiento simple y geométrico del cerebro es lo que le permite adaptarse rápidamente; en otras palabras, evolucionar. Así, este orden de rejilla permitió no sólo la evolución de las distintas especies, sino también explica la neuroplasticidad y el desarrollo del hombre a lo largo de su vida.

SISTEMA MOR: LA NEURONA DEL AMOR

Por Nicole Villagra
 
¿De dónde proviene el amor? Es una pregunta que los científicos han logrado responder gracias a los diversos avances en el campo de la neuroimagen.

Éstos, han concedido a los estudiosos la posibilidad de tomar una «radiografía del amor» y determinar qué moléculas y cuáles zonas del cerebro se activan ante esta “emoción”.

 

Según lo consignado por ABC, son doce áreas cerebrales las que entran en juego cuando las personas “sentimos amor”.

Sin embargo, continúa siendo un misterio para los investigadores el factor que determina que nos enamoremos de algunas personas y no de otras.

El cerebro humano tiene la capacidad de vincularnos a otra persona en tan sólo un segundo, esto es lo que popularmente se conoce como un “flechazo” o amor a primera vista. Esto sucede cuando se liberan sustancias como la adrenalina, dopamina, serotonina, oxitocina y vasopresina, las que van directo al torrente sanguíneo.

Lo anterior, provoca que nuestro corazón se acelere al pensar en esa persona especial -efecto de la adrenalina-, nos centremos en ella -dopamina- y que ocupe nuestros pensamientos -serotonina- de forma temporal, mientras dura el “enamoramiento”. Los lazos posteriores a ese periodo, que debieran ser duraderos se crean gracias a la oxitocina y la vasopresina.

 

Las moléculas anteriormente mencionadas actúan también como hormonas, motivo por el cual el hipotálamo (regulador hormonal) entra en funcionamiento cuando sentimos amor. Y éstas explican muchas cosas que sentimos durante este periodo.

El incremento en la frecuencia cardíaca, la contracción de vasos sanguíneos y la dilatación de los conductos de aire son efectos provocados por la adrenalina; Mientras tanto, en la dopamina se encuentra la clave del mantenimiento de la atención y es la encargada de regular el dolor.

Es por esto que para prevenir enfermedades cardiovasculares, debemos no sólo cuidar nuestro colesterol y los niveles de tensión, sino que también debemos preocuparnos de tener sentimientos positivos, según explicó el vicesecretario de la Sociedad Española de Cardiología, Miguel Ángel García Fernández.

A continuación se muestran los aspectos a lo que afecta cada hormona hace a nivel físico y psicológico, más que neuronal como explicamos anteriormente.

La dopamina: Esta es la responsable de que prestemos atención completa -y que nuestro mundo se reduzca- a la persona amada. Además bloquea todo aquello que pueda inducirnos a realizar un juicio crítico y objetivo de alguna sensación que involucre la relación.

La oxitocina: El cariño se explica en esta hormona. A ella responden los cuidados, los cariños y las caricias. Tiene la cualidad de liberarse durante el parto y también en el orgasmo. La oxitocina además es responsable tanto del amor como del odio, pues -como diversos estudios han demostrado- las zonas cerebrales que se activan cuando amamos y odiamos son casi las mismas.

La vasopresina: En el cerebro de los hombres, principalmente cumple una función de buscar vínculos sociales, mientras que en el femenino esta acción se basa en la hormona anterior.