LA ORGANIZACION AUTOCRÁTICA
Por: Chichí Páez
"La arrogancia, la displicencia, la autosuficiencia y la exigencia de sumisión, obediencia, homenaje y alabanzas, son los elementos predominantes en las organizaciones autocráticas" F. Cantón I.
Existe una gran diferencia entre el clima psicológico de las organizaciones y/o instituciones democráticas y el de las autocráticas.
En las últimas los componentes que las caracterizan son -entre otros- los siguientes: una gran falta de afecto hacia las personas; el no reconocimiento de los semejantes como seres humanos (con fortalezas y debilidades); la ausencia total de empatía, predominando en proceso de interacción totalmente entrópico (desordenado, caótico); predomina la aplicación de la ley del talión (del latín lex thalionis; de la venganza "ojo por ojo, diente por diente"), esta reacción taliónica sustituye a la firmeza instrumental ante las agresiones del otro.
Además de lo expresado en el párrafo anterior, en estos escenarios autocráticos hay un total desconocimiento de que las actitudes y reacciones deben ser dominadas por la voluntad (como resultado de las influencias parentales y de la educación escolástica). Aquí están basadas en las frustraciones individuales y colectivas, donde impera la agresión y el odio: muchos actores y actrices de estos contextos justifican sus estilos conductuales negativos contra sus semejantes como legítimas y racionales respuestas a la "perversidad" de los otros, cuando en realidad son eminentemente emotivas (descontroladas y desproporcionadas).
De acuerdo a los resultados de las investigaciones sobre el clima organizacional en este tipo de organización y/o institución, se ha podido comprobar que está empezando a manifestarse una creciente toma de conciencia de la enorme distancia que existe entre la teoría que se enuncia y la teoría en uso; es decir, entre lo que se dice y lo que se hace, entre los ideales ciudadanos y el cotidiano quehacer de los politiqueros -no de los profesionales de la política-, entre las ideas y conceptos teóricos y el ejercicio práctico de la ejecución del poder, entre las buenas intenciones y ¡la brutal realidad!
Esta toma de conciencia está estimulando una saludable rebeldía de desconfianza y repudio hacia semejante hipocresía. Sin lugar a dudas que si esta nueva actitud sigue creciendo en estos ámbitos se podría pensar que cada día será más difícil sostener un ambiente de este tipo.
La psicosociología de las organizaciones reafirma que el proceder autocrático y paternalista (por el rol de mando, no de protección de todos) que impera en estos ámbitos -como consecuencia los grupos humanos de estos escenarios- están construidos sobre dos grandes pilares: el predominio de la manipulación controladora sobre el afecto, el respeto y el reconocimiento de otro como ser humano; y la falsedad y simulación, fundadas en la división del ego. Dicho proceder representa un espacio social y cultural que ha sido creado "inconscientemente" por los propios líderes públicos y privados por permitir que personas con rasgos narcisistas y fronterizos del carácter puedan funcionar con relativa comodidad. Esta rama del conocimiento -la psicosociología- se hace un cuestionamiento, por demás interesante, ¿por qué estimulan estos ambientes los líderes? Respondiendo dicha pregunta con el siguiente planteamiento indiscutiblemente, porque muchos de ellos necesitan un escenario organizacional e institucional para funcionar por cuanto en su personalidad hay significativos rasgos narcisistas, de egoísmo y límites imprecisos (y -por ende- difusos).
En las organizaciones e instituciones de tipo democrático (donde funcionan los equipos autónomos de alto rendimiento e impacto, resultantes de la delegación -en inglés; "empowerment-) así como en los grupos de personas de atmósfera democrática, es necesario e indispensable tener una alta autoestima y el ego integrado. En otras palabras los actores y actrices de estos ambientes necesitan tener "honra propia" (una egolatría muy bien entendida desde la mejor acepción de esta voz); amarse a sí mismas, respetarse a sí mismas, gustar de sí y saber cuidarse, para poder amar a otros ("Amarás a tu prójimo como a ti mismo"), respetar y sobre todo compartir; a la vez que deben estar integrados, no divididos, para tener identidad; es decir, para ser casi idénticos tanto "afuera" como "adentro" (respeto de sí mismos y de los demás), y de ese modo estar en capacidad de proyectar la organización y/o institución como: verdadera, auténtica y honesta.
En una organización democrática, verdadera, auténtica y honesta, las personas de ego inflado o dividido se sienten perdidas, desubicadas. No tienen cómo dar y recibir amor, ni cómo ser verdaderas y firmes, sólo pueden ser sumisas o taliónicas. Tampoco pueden cooperar (co-operar, actuar en conjunto) ni ser solidarias; sólo pueden obedecer servilmente, mandar, manipular hábilmente. Y cuando no pueden hacerlo de ese modo, se rebelan destructivamente. Tal rebelión puede llegar al extremo de: "agarrar el fusil e irse p'al monte". gerencia_en_accion@cantv.net
1 comentario
kari -
un poco mas de esfuerzo :)