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INSTITUTO DE LOS ANDES

(02) LA INTELIGENCIA

EL EQUILIBRIO ENTRE LA RAZÓN Y LA EMOCIÓN

Fernando Linares
flinares@ciudadanodiario.com.ar

Muchos aciertos, como fracasos ya hemos experimentado a través de nuestro vivir, más, en ambientes dinámicos, en donde se manifiesta día a día el que las emociones afloren, que dependiendo como estamos preparados para ello, obtendremos resultados que nos favorezcan o nos afecten.

Es importante a la edad que tiene al leer este escrito, se detenga a reflexionar cómo ha venido manejando, gobernando sus emociones o éstas lo han hecho por usted.

Sorprenderse inatento en el manejo de nuestras emociones pudo habernos conllevado a situaciones que dejaron huellas determinantes en nuestra conducta, comportamiento, personalidad, seguridad, buscando la forma de como recuperarnos y alcanzar esos niveles de armonía, felicidad, realización a la que tenemos derechos.

Sobre las vivencias que genera el adentrarse en el manejo de las emociones, se ha escrito en abundancia, no obstante muchos no le han prestado la atención requerida par sacarle provecho a esta atención.

Justamente sobre este tema, se sabe que esta sociedad de las “buenas maneras" y el control social han hecho de nosotros auténticos robots de las apariencias. Se ha perdido la espontaneidad.

La buena espontaneidad. También se ha abordado la inteligencia emocional como la habilidad básica de las personas para atender y percibir los sentimientos de forma apropiada y precisa. Como también la capacidad para asimilarlos y comprenderlos adecuadamente.

Desarrollando la destreza para regular y modificar nuestro estado de ánimo o influir respetuosa y magnánima en el de los demás. En la inteligencia emocional se contemplan cuatro componentes: percepción y expresión emocional. Se trata de reconocer de manera consciente qué emociones tenemos, identificar qué sentimos y ser capaces de verbalizarlas. Una buena percepción significa saber interpretar nuestros sentimientos y vivirlos adecuadamente, lo que nos permitirá estar más preparados para controlarlos y no dejarnos arrastrar por los impulsos.

-Acompañamiento emocional, o capacidad para producir sentimientos que acompañen nuestros pensamientos. Que lo acompañen, no que lo subsuman o lo dominen. Si las emociones se ponen al servicio del pensamiento nos ayudan a tomar mejor las decisiones y a razonar de forma más inteligente. Más racional. El cómo nos sentimos va a influir decisivamente en nuestros pensamientos y en nuestra capacidad de una elaboración (deducción) lógica.

-Comprensión emocional. Hace referencia a entender lo que nos pasa a nivel emocional, integrarlo en nuestro pensamiento y ser conscientes de la complejidad de los cambios emocionales. Para entender los sentimientos de los demás, hay que entender los propios. Cuáles son nuestras necesidades y deseos, qué cosas, personas o situaciones nos generan determinados sentimientos, qué pensamientos propician las diversas emociones, cómo nos afectan y qué consecuencias y reacciones facilitan. Empatizar supone sintonizar. Es ponerse en el lugar del otro, poder captar sus sentimientos, ser consciente de ellos. Hay personas que no entienden a los demás no por falta de inteligencia, sino porque no han vivido experiencias emocionales o no han sabido elaborarlas comprensivamente.

Quién no ha experimentado la ruptura de un amor o el sentimiento de pesar por la pérdida de un ser querido, es difícil que se haga cargo de lo que sufren quienes pasan por esa situación. Incluso cuando se han vivido por experiencias de ese tipo, si no se ha hecho el esfuerzo de vivirlas de manera explícita aceptándolas e integrándolas, no estarán suficientemente capacitados para la comprensión y elaboración emocional inteligente.

-Regulación emocional, o capacidad para dirigir y manejar las emociones de una forma eficaz. Es la capacidad de evitar respuestas incontroladas en situaciones de ira, provocación o miedo. Supone también percibir nuestro estado afectivo sin dejarnos arrollar por él, de manera que no obstaculice nuestra forma de razonar y podamos tomar decisiones de acuerdo con nuestros valores. También de acuerdo a las normas sociales y culturales.

Estas cuatro habilidades están ligadas entre sí en la medida en que es necesario ser conscientes de cuáles son nuestras emociones si queremos vivirlas adecuadamente
En conclusión, aprender a vivir es aprender a observar, analizar, recabar y utilizar el saber que vamos acumulando con el paso del tiempo. Esto se consigue solamente reflexionando sobre lo que se vive, no se trata de “meterle para adelante", sino de equilibrar acción y reflexión sobre lo actuado. Esto para posibilitar aprendizajes y permitir un procesamiento experiencial de los hechos que nos ha tocado vivir. Para convertirnos en personas maduras, equilibradas, responsables. También felices en la medida de lo posible, lo cual nos exige también saber distinguir, describir y atender los sentimientos. Y eso significa contextualizarlos, jerarquizarlos, interpretarlos y asumirlos como experiencia y responsabilidad propia. Porque cualquiera de nuestras reflexiones o actos en un momento determinado pueden verse contaminados por nuestro estado de ánimo e interferir negativamente en la resolución de un conflicto o en una decisión que tenemos que tomar.

De nosotros depende cómo debemos de saber manejar las emociones, nuestros sentimientos, de tal forma que nos den esos resultados que nos merecemos mientras permanecemos con vida.

CONOCE TUS EMOCIONES

Los directivos que conocen sus emociones toman mejores decisiones

Los cargos más altos presentan deficiencias en inteligencia emocional

Un directivo que se olvida de su inteligencia emocional tomará decisiones erróneas. Eso es lo que sostiene Nick Tasler, de TalentSmart. Este “think tank” lleva varios años analizando cómo influye la inteligencia emocional en la gestión de una empresa y las conclusiones son claras: los directivos diestros en inteligencia emocional lo son también a la hora de tomar decisiones. Según estos estudios, y curiosamente, los presidentes ejecutivos presentan muchas debilidades en este aspecto, sin embargo tienen que enfrentarse todos los días a tomas de decisión determinantes. Según Tasler, “la ignorancia emocional” se puede curar, y da algunas pautas para conseguirlo. Por Raúl Morales.

En los últimos meses, y en casi todos los sectores clave de la economía, las malas decisiones de los ejecutivos parecen haberse convertido en la regla y no en la excepción. Trabajadores, políticos, accionistas y los propios directivos se preguntan las razones por las que está ocurriendo esto. Según sostiene el director de investigación y desarrollo del “think tank” TalentSmart, Nick Tasler, en un artículo publicado por Business Week la “ignorancia emocional” de los directivos estaría detrás de todas estas malas decisiones.

Durante la pasada década, los psicólogos industriales de TalentSmart han entrevistado a 6.000 miembros de juntas directivas y empleados de todo tipo de industrias. En esas encuestas, los participantes tuvieron que calificar 22 habilidades directivas diferentes, como pensamiento estratégico, habilidad comunicativa o focalización en resultados. Los directivos que fueron considerados como buenos a la hora de tomar decisiones tuvieron muy buenas calificaciones en una destreza en concreto: inteligencia emocional.

La calificación en inteligencia emocional nos dices lo bien que los directivos comprenden y regulan sus propios sentimientos. Además, dice Tasler, son capaces de leer y responder igual de bien a las emociones de los demás. Cerca del 70% de los directivos buenos en inteligencia emocional también fueron muy bien valorados respecto a la toma de decisiones. De manera abrumadora son los directivos que comprenden cómo los demás influyen en su propio estado de ánimo los que son más capaces de tomar las mejores decisiones (y a tiempo), así como lo que se responsabilizan de la situación en los peores momentos.

Ineptitud

Por el contrario, los directivos con una inteligencia emocional deficiente puntuaban muy bajo en el apartado de toma de decisiones. Aquellos que no manejan los conflictos adecuadamente, que evitan responsabilizarse de sus actos o que no se dan cuenta de que tienen miedo o de que sienten rabia son unos auténticas ineptos cuando toca tomar decisiones.

En otro estudio, esta empresa midió la inteligencia emocional de miles de trabajadores a todos los niveles de la organización, descubriendo que ésta subía según la gente era promocionada a cargos intermedios. Lo curioso es que la inteligencia emocional declinaba según se iban subiendo peldaños de la organización, hasta llegar a la cumbre, que sería el presidente ejecutivo.

Parece, pues, dice Tasler, que aquellas personas peor preparadas para tomar decisiones son las encargadas de, precisamente, tomar las más trascendentales. Esto explicaría porqué alguna gran empresa ha terminado como lo ha hecho.

Tasler sostiene que la frialdad no es una buena aliada para tomar decisiones. Paradójicamente, se suele asumir que las decisiones se deben tomar fría y calculadoramente. Las emociones no tienen cabida en esto. Lo correcto es usar la lógica. Esta asunción nos está haciendo olvidar un asunto de mucho más calado: las emociones. Mientras los directivos sigan viendo sus decisiones sólo en términos lógicos, sólo buscarán soluciones en el lado izquierdo de sus cerebros.

Tiene cura

Esta “ceguera emocional” que impide la toma de decisiones correctas es curable, dice Tasler. No se cura de un día para otro, pero se puede aprender con un poco de esfuerzo.

En primer lugar, es muy importante comprender las emociones al mismo tiempo que éstas suceden. En el artículo, recomienda que tomemos notas de lo que estamos sintiendo según se va desarrollando cierta situación. De este modo, aprenderemos a aprovechar nuestras emociones en situaciones complicadas. Aunque ignoremos una emoción, ésta no va a desaparecer, se va a quedar ahí, latente. Un ejemplo: sólo después del colapso de Wall Street hemos empezado a oír a gente hablando de miedo y pánico.

Para Tasler es muy importante tomar el pulso contantemente de lo que estamos sintiendo para poder tomar perspectiva. Sólo de esta manera podremos reaccionar y dar un paso atrás en una situación si es necesario. Una vez que se localiza la emoción, hay que evaluarla objetivamente. “Trata de dibujar la situación presente en tu cabeza como sí le estuviera pasando a otra persona”, dice el artículo.

El tercer paso para esta “cura” sería “prepararnos para sentimientos de incertidumbre”. Por definición, cada elección que hacemos puede tener variables inciertas. La incertidumbre es incómoda y provoca ansiedad. Para evitar esta ansiedad, recomienda hablar con una tercera persona que no esté involucrada en la situación sobre nuestros pensamientos y sentimientos. Además, tendremos que aceptar que no podemos tener el control sobre los acontecimientos, pero lo que sí podemos controlar es nuestra reacción ante ellos.

Por: Raúl Morales - Habilidades Directivas.

INTELIGENCIA EMOCIONAL

Por: NORMA DILASCIO

“Los jóvenes, con sus inconductas, son víctimas del miedo de los adultos a decir no”

El mayor desafío para la educación es el cambio de paradigma. La pedagogía debe examinar los supuestos sobre el sentido, la función y la finalidad de la educación para adquirir una nueva conciencia y poder responder a los intereses y las necesidades de los chicos del siglo XXI.

 NO DECIR “SI” A TODO. Los padres deben poner límites firmes a sus hijos, con amor y sin autoritarismo. LA GACETA / OSCAR FERRONATO

Perfil


Maestra normal egresada del Colegio Guillermina Leston de Guzman y licenciada en Ciencias de la Educación. Fue profesora de la UNSTA y del Instituto de Perfeccionamiento Docente; pionera de la escuela para padres en la década del 80. Sus estudios sobre la conducta de los niños la llevaron a escribir el libro “¿Necesita mi hijo ayuda psicopedagógica?”.Tiene dos hijas -una psicóloga y una médica- y tres nietos. Le gusta leer, investigar, escuchar música y tocar el piano (es profesora de piano) y bailar (integró el Ballet Estable de la Provincia).

La educación está en crisis. Quizás no se comprenda ni se sepa cabalmente cuál es la génesis del deterioro progresivo de este proceso, pero no por esto puede ser soslayado o ignorado. Al contrario, reclama modificaciones concretas y a corto plazo. Así lo entiende la pedagoga y investigadora de la conducta de los niños Norma Dilascio, quien además reconoce que la formación de niños y de jóvenes es hoy una tarea compleja. LA GACETA conversó con Dilascio sobre este tema que preocupa a la sociedad.
En opinión de la especialista en Ciencias de la Educación, el abordaje de la crisis educativa involucra a padres, educadores, instituciones educativas y al Estado. Es una tarea algo compleja pero factible de ser modificada si existe la voluntad de cambiar lo que se está haciendo mal.

- ¿Se puede educar hoy, cuando los valores pierden consistencia, la libertad pareciera no tener límites, y los padres no saben cómo manejar la relación con sus hijos?
- Es posible, y el mayor desafío es cambiar el paradigma. El problema de la educación no se resuelve sólo con la modificación de contenidos en un plan de estudios diseñado por unos cuantos pedagogos. La pedagogía requiere una nueva visión de los chicos del siglo XXI.

-O sea que los niños de hoy son diferentes...
- Sí, los niños son diferentes y nos interpelan con sus nuevos patrones de conducta. Hay que escucharlos y estar presentes, verlos actuar, acompañarlos, estimularlos, respetarlos y responsabilizarlos. Los niños deben ser nuestros guías en la educación. Tenemos que examinar los supuestos sobre el sentido, la finalidad y la función de la educación para adquirir una nueva conciencia y poder responder a las necesidades y a los intereses de los niños de hoy.

- Los padres admiten que es difícil educar a sus hijos ¿Se los puede ayudar?
- Justamente el deseo de ayudar a los padres y a los docentes que tienen problemas para educar a los chicos es lo que me llevó a escribir el libro “¿Necesita mi hijo ayuda psicopedagógica?” Cuento experiencias vividas como educadora y como madre, brindo observaciones y consejos que pueden servir de ayuda a padres y docentes que tienen dificultades con los chicos cuando asumen su función de educadores en los ámbitos familiar y escolar.

- ¿Cuál es el mejor consejo?
- Los niños aprenden lo que viven. Imitan, no obedecen. Esto es muy importante para la internalización de los valores. De nada vale enseñar ideas morales si los niños no adquieren hábitos a partir del ejemplo de los adultos. Los educadores (familia, docentes) nos arman en la niñez una hoja de ruta, una guía para caminar por el complicado territorio de la existencia. Nos dan una mochila con provisiones valiosas: amor, afecto, atención, aliento, estímulos mentales, ejemplos, límites, alimentos y atención de la salud para no desfallecer durante la travesía hacia el logro de nuestro proyecto de vida...

- ¿Hay alguna clave que favorezca la educación de los hijos?
- La comunicación y el ejemplo son las dos principales claves. Hablar con los hijos desde la infancia es algo fundamental. Sin embargo, la mayoría se limita a mandar, a impartir órdenes o, lo que es peor, postergan el diálogo para los fines de semana, los feriados o las vacaciones. La vida transcurre día a día; por lo tanto los padres deben conversar con sus hijos en forma cotidiana, respondiendo a las necesidades e inquietudes que vayan surgiendo a diario.

- Los límites y las normas prácticamente ya no existen. ¿Esta ausencia podría ser considerada una forma de maltrato?
- La falta de límites, la ausencia de prohibiciones y la libertad sin fronteras constituyen un maltrato tan grave como el físico. Los chicos que se desarrollan sin un marco de afectos y de normas crecerán en una informe libertad, y buscarán otras dependencias para redimirse de la angustia de girar en el vacío, sin nadie que los espere y sin nadie a quien esperar; sin adultos que le marquen límites. Cuando el niño no conoce los valores ni los límites, no desarrolla su capacidad para enfrentar las frustaciones inevitables y necesarias en la vida. Si formamos personalidades débiles -incapaces de enfrentar conflictos y de elaborar frustraciones- les hacemos un daño grande a los chicos que les puede durar toda la vida. Estamos abonando el campo para las dependencias (droga y alcohol) y para los suicidios, la prostitución, la violencia y todo lo que implique destrucción de la vida.

- ¿Qué perfil tienen los hijos de los padres que no saben poner límites?
- Los padres permisivos generan hijos tiranos, que se caracterizan por ser débiles y violentos. Los padres que no establecen los límites a tiempo, con firmeza y con amor, con frecuencia desautorizan a los docentes. Y, lamentablemente, lo que no corrigen los principales educadores (padres y docentes) terminan arreglándolo los médicos, los policías y -lo digo con mucho dolor- también los sepultureros.

-¿Por qué hoy cuesta tanto poner límites, decir “no” a los hijos?
- El problema surge porque los adultos, especialmente los padres, no predican con el ejemplo y a los chicos no les gusta escuchar sermones. Los ejemplos verbales no bastan. La gran clave de la educación es la ejemplaridad. Si la palabra de los padres no concuerda con su conducta, es decir si no hay coincidencia entre lo que dicen y lo que hacen -a esto el niño lo percibe muy bien-, no se podrán establecer límites. Estos, incluso, resultan contraproducentes cuando el hijo ha advertido que el ejemplo de sus padres está vacío de contenido. Ahora, si los límites, el “no” y la orientación que se le da al chico se reflejan en los actos de sus padres, los límites funcionan y adquieren toda su magnitud formadora. Los niños necesitan límites, pero sin sobreprotección ni maltrato. Hay que ayudarlos a construir la autoestima, a educar las emociones, a desarrollar la conducta moral y ética, a formar buenos hábitos, a alentarlos a jugar...

- ¿De qué modo incide el juego en la educación del niño?
- El niño que juega es feliz y debería hacerlo todos los días. Lo lúdico tiene un significado funcional importante en el desarrollo de la personalidad del niño. A través del juego explora el mundo que lo rodea, ensaya cómo relacionarse con los demás, comienza a expresarse, a socializarse y a desarrollar hábitos intelectuales, físicos, morales y sociales que serán vitales en su vida futura.

- ¿Qué sucede cuando los padres son excesivamene autoritarios?
- Es un conocido factor de riesgo criar a los niños bajo normas rígidas, con autoritarismo y violencia física y verbal. Sus hijos tienen mala conducta, son rebeldes y nunca pueden resolver su relación con la figura de autoridad. Otros caen en la sumisión y se subestiman. Pero la mayoría repite el modelo autoritario al llegar a la adultez. Es un círculo vicioso...

- La comprensión también necesita límites...
-Por supuesto. Comprender no es consentir; no significa decir “sí” a todo. Los jóvenes de hoy -con sus inconductas- son las víctimas del miedo que tienen los adultos a decir “no”. Los límites son necesarios. Hay que ponerlos con firmeza y con cariño. Y aunque los chicos protesten, acaban siendo una fuente de seguridad y de amor.

- Háganos una síntesis acerca de cómo se debería educar a los hijos.
- Tenemos que educar a la persona en su totalidad. En el hogar y en el aula debe tomarse al niño como una unidad de mente-corazón. Cuando digo corazón me refiero a la educación de las emociones, algo fundamental para que viva bien. La inteligencia emocional es más importante que el coeficiente intelectual, y esto lo comprobamos en la vida real: las personas más plenas y hasta con buena salud física no son las de mayor inteligencia racional, sino las que lograron educar sus emociones. También es importante que muestre metas para vivir la vida como proyecto. Ellos reclaman seguridad y que estemos convencidos de nuestro rol. Y no porque debamos ser perfectos o saberlo todo, sino porque debemos ser referentes válidos y confiables para ellos. Ahora, como nunca, deberíamos poner en práctica el mensaje de Juan Pablo II destinado a los niños y adolescentes: “hay que darles razones para creer y razones para esperar”. La Gaceta.

 

LA INTELIGENCIA EMOCIONAL

Guillermo Rolla Pimentel - La Estrella Online - grollap@cableonda.net

Un intento de versión podría ser: el manejo asertivo, lógico, de comprensión humana y tolerancia ante las situaciones, que por sensibilidad inducen a sentir y reaccionar fisiológicamente con excitación ante estímulos mentales, de sentimientos o reales. Pero fisiólogos, filósofos, psicólogos dan sus definiciones de este concepto.
Sería la aproximación y destreza socializante de desarrollar armónicamente opciones de soluciones con empatía que promuevan autoconfianza, seguridad, integridad, autenticidad, positividad y optimismo. Creando impulsos, percepciones, convicciones o creencias y aún valores potenciales subconscientes que influyan favorablemente en el temperamento, motivando las aptitudes de desempeño en la vida con satisfacción y placer por un amor social.

¿Cómo llegar a inducir, transmitir, aprender o avanzar en pos de la inteligencia emocional?
No es la inteligencia cognoscitiva. No es la capacidad de saber, aprender o ejecutar. No es comprensión, no es el éxito económico, ni matemático, ni científico en sí. Es más bien la habilidad calmada y serena de entenderse entre las personas, de escuchar con atención, de llegar al acercamiento, a la interconsulta, la comunicación, el respeto y la simpatía. La actitud de estar en sintonía, compartir sinceramente un método que los demás acepten responsablemente de buen grado.

Es interrelacionarse con expresiones para interaccionar coordinadamente hacia una organización mancomunada voluntaria preactiva de unidad afectiva y ejecutiva. Es el talento, la lucidez y la elocuencia, es lenguaje corporal y facial que transmite esperanzas, fe y buena voluntad, que proyecte un razonamiento, unas características de altruismo, ética, una aptitud planificada que plantee la disposición a imitar, a hacer propias, a seguir o adaptar una autodisciplina de cooperación, de participación libre a la acción de propuestas de interés común. Es dar la sensación y la percepción real de comunidad de pensamientos, sentimientos, aspiraciones y sueños. Esta formación debe ejercerse desde la infancia, inculcado la conciencia de lo trascendental que es la inteligencia emocional integrada a la personalidad para la felicidad individual ampliada a la sociedad.

Es con sus variantes la antitesis como causa o efecto del negativismo, del escepcismo, la melancolía, la soledad, la tristeza, el pánico, la timidez, el desdén, la apatía, el miedo, la indolencia, los efectos del stress, la negligencia, la intolerancia, el descontrol de impulsos, el desánimo, el pesimismo, la ansiedad, los conflictos, las angustias, la distracción, las frustraciones, el nihilismos, el derrotismo, el plegarse pasivamente ante otras opiniones, de justificar errores, de ser un camaleón desleal, al pánico, al disgusto, la ira, las confrontaciones violentas, las humillaciones, los abusos, las preocupaciones y perturbaciones.

Se publican documentaciones de inteligencia sexual que sería la extrapolación de estos contenidos a la esfera sexual, que por su intimidad, intensa afectividad, la valoración subjetiva del amor, el paso de la abstracción puramente sentimental a la práctica y técnicas eróticas tiene condiciones y cualidades muy específicas de comportamientos y conductas. Factores muy personales de adaptación y configuración de parejas, y en el tiempo, que constituye todo un microambiente no repetible que es la relación de un hombre y una mujer.
La intención de compartir felicidad en todas las áreas, conduce a una realización constante de inteligencia emocional de los miembros de una pareja. Son inevitables las confrontaciones, pues son dos entes que provienen de estructuras familiares y formaciones distintas. Pero justamente para eso se inventó desde siempre el noviazgo.
El compartir progresivamente el tiempo, los esfuerzos, y en este caso las progresivas caricias sentimentales, eróticas y sexuales, va resolviendo, ajustando, conociendo, cediendo, modelando, lo que será la vida en común.
Concretamente cada uno quiere hacer feliz a su pareja para no solo verla(o) disfrutar de su presencia, sino para mantener un control de cómo hacerlo en forma exclusiva. Conocer sus secretos. Esos detalles confesados en privado o intuidos o percibidos son el tesoro mejor guardado. La sensibilidad, los focos receptivos, el tipo de caricias, los ritos del preludio, los detalles de intensidad, frecuencia velocidad, lugares son los elementos que alimentan la llamada inteligencia sexual.

Pero, el gran motor seguirá siendo el amor, las ansias de dar y proyectar felicidad, que refuerza la virilidad y la feminidad. El saber satisfacer psicológica, social, sentimental y sexualmente es la inteligencia sexual compartida, asesorada por la inteligencia emocional y enriquecida por los progresos científicos aplicados al bienestar de la pareja humana.

VALORES EMPRESARIALES - HONESTIDAD


Por: Virgilio Hermoza.V

Honestidad - Es la conducta recta, honrada que lleva a observar normas y compromisos así como actuar con la verdad, lo que denota sinceridad y correspondencia entre lo que hace, lo que piensa, lo que dice o que ha dicho.
Esta cualidad se observa en las personas que actúa con justicia, con apego a la moral y según la ley; se comporta rectamente y de acuerdo con la verdad, distinguida porque muestra el recto proceder.
Exige actuar teniendo en cuenta siempre que los fines públicos excluyen cualquier comportamiento que atente directamente contra el interés colectivo.

Honestidad: Conductas que lo demuestran en el desempeño laboral
- Al actuar siempre con rectitud y veracidad; cumplir con el correcto proceder en el desempeño de su cargo y en todos sus actos: servicial, oportuno, amable, culto, esmerado, escrupuloso, disciplinado, intachable, pertinente y considerado, cabal, justo, moral y no generando dudas respecto a lo que se espera de este (a).
- Al cumplir siempre con el trabajo, utilizar el tiempo laboral para realizar las tareas propias del cargo con el mejor esfuerzo y esmero, haciendo buen uso de los recursos y evitando el desperdicio y con el cuidado debido.
- Al actuar con rectitud y en el uso, manejo, y protección de los bienes de la institución contra cualquier pérdida, despilfarro, uso indebido, irregularidad o acto ilegal.
- Al hacer un escrupuloso en el manejo de los recursos económicos, entregando siempre cuentas claras y sin dar lugar a malos entendidos.
- Al emitir criterios, apreciaciones u opiniones siempre veraces y objetivos sobre asuntos inherentes a sus funciones, evitando la influencia de criterios subjetivos o de terceros no autorizados que pueda afectar su deber de objetividad.
- Al actuar siempre de forma veraz y honrada en el trato, en la relación y en la comunicación con los demás en ambiente laboral: no mentir, no actuar con hipocresía, no promover el chisme y relaciones de desconfianza; evitar y rechazar la crítica negativa. Al no utilizar la jornada laboral o cualquier tiempo de la misma para realizar trabajos personales u otros ajenos a sus deberes y responsabilidades.
- Al comenzar a trabajo inmediatamente que inicia cada día la jornada laboral, sin perder el tiempo, procurando tener al alcance todo lo necesario para empezar el trabajo y para evitar interrupciones.
Evitar abuso por incapacidades médicas y ausentismo.
- Al no interrumpir, distraer o atrasar las tareas de sus compañeros (as), con conductas o acciones indebidas o inoportunas, que llevan perder tiempo conversando sobre asuntos que no conciernen a la actividad laboral.

Responsabilidad
Cumplir con los compromisos y obligaciones adquiridas con una persona, empresa o institución, grupo o sociedad, dando respuestas adecuadas a lo que se espera , yendo más allá de la obligación estricta y asumiendo las consecuencias de los actos, resultado de las decisiones que toma o acepta y estar dispuesto a rendir cuenta de estos.
La responsabilidad no implica sentirse coaccionado o motivado solo por la obediencia a una norma, hay que asumirla con gran sentido de libertad interior, aceptar por cuenta propia el valor que entraña el desempeñar la función de manera adecuada. Tomarse en serio lo que hace, pensar muy bien todas las acciones que va a ejecutar antes de iniciarlas, es decir, apoyarse en la reflexión seria de los hechos y hacer todo lo posible desde el principio para que al hacer la tarea esta salga bien. Por eso aprende a asumir las consecuencias de sus acciones, incluso cuando son negativas.

Deber de responsabilidad
El servidor público es responsable de las acciones u omisiones relativas al ejercicio de su unción; ha de actuar con un claro concepto del deber para el cumplimiento del fin público encomendado a la institución a la que sirve.

Conductas que la demuestran responsabilidad en el desempeño laboral
- Al conocer y cumplir los deberes y obligaciones de puesto que desempeña, con la normativa interna, procedimientos, plazos etc.; conocer los parámetros con base en los cuales se evaluará su desempeño y al asumir las consecuencias de las acciones y decisiones
- Al cumplir habitualmente, de manera cabal y confiable los compromisos adquiridos con la institución , sin que medien excusas para justificar su incumplimiento realizando un correcto desempeño y rindiendo cuentas de este.
- Al llevar a cabo las tareas asignadas con disposición, dedicación, empeño y determinación y cumplir el deber en todos los sentidos yendo más allá de la obligación, apoyando y cooperando con los demás, incluso ante situaciones adversas, poniendo lo mejor de si mismo, con sentido de propósito en favor del éxito de la empresa y en interés propio.
- Al considerar los valores de la institución y los éticos para cada una las decisiones que tome en el desempeño de su puesto, por más sencilla que esta sea; buscando el beneficio de los involucrados en las mismas.
- Al cumplir con la asistencia y ser puntuales en el horario de trabajo.
- Al actuar de manera diligente en su desempeño diario para no causar perjuicio a la empresa, a sus compañeros o al funcionario mismo por actuar con apatía, indolencia, pereza, desgano, desinterés y otras conductas no apropiadas en el desempeño de sus funciones. Al guardar respeto entre los compañeros, jefe y colaboradores.

No dar malos tratos de palabra o de obra, a los superiores otros funcionarios, clientes y público en general dentro de la empresa y fuera de esta especialmente cuando porta algún símbolo que lo identifique con la institución.
- Al conocer y cumplir las leyes, sus reglamentos y normas internas, referentes a incompatibilidad y prohibiciones relacionadas con sus funciones.
- Al responder, de frente al país y a los órganos de control, investigación y sanción, por sus faltas desde los ámbitos ético, disciplinario, civil y penal.

LA CONVIVENCIA NO ES SENCILLA

Elizabeth Phipps R. / Jaclin Campos
 
 
CONVIVIR CON PERSONAS DE IDEOLOGÍAS DISTINTAS NO SIEMPRE RESULTA SENCILLO

SANTO DOMINGO.- Fulano y Mengano son amigos desde hace diez años. Se conocieron durante las clases de bachillerato. De modo espontáneo, la amistad fue creciendo hasta lo que es hoy día: una relación sana, de fuerte lazo fraterno. Aunque tengan sus diferencias en ciertos aspectos de la vida, no se halan de las greñas. Simplemente tienen puntos de vista distintos que comparten y que en algún momento generan debate entre ellos, mas no alejamiento.

Entre Sutana y Perengana la situación fue distinta. Son hermanas, la primera es sólo un año mayor que la segunda, pero en el pensar y actuar son disímiles. Por ello consideraron que no debían pasar de un trato cordial, es decir, no pasar de los “Hola, ¿qué tal?” y demás cumplimientos de las buenas maneras que dicta Carreño.

Y en el extremo están X y Z, que ni se pueden mirar a la cara, pese a que son padre e hijo, ya que entre ellos la solución adecuada, según sus criterios, fue la radical separación.

Estos tres ejemplos representan casos que se dan en el mundo. Y es que las ideologías tienen el poder tremendo de unir o separar a individuos y grupos. ¿Por qué ocurre esto? ¿Es total “responsabilidad” de las ideologías? ¿Qué hay de la actitud de las personas? ¿Cómo lograr equilibrio? ¿Cómo conservar relaciones significativas pese a la variedad ideológica? Para la socióloga y trabajadora social Mildred Dolores Mata, las diferencias ideológicas son necesarias para los grupos sociales.

Fortalecen la objetividad, la crítica y la autocrítica para crecer -explica-. Enriquecen el pensamiento, dan mayor libertad, honestidad y fortalecen la autenticidad.

El lado oscuro se revela cuando surgen los conflictos y rupturas. Las causantes son, en la mayoría de los casos, las diferencias religiosas, políticas y culturales; la orientación sexual (heterosexuales que no aceptan a homosexuales, por ejemplo); choques de género, raciales y étnicos.

Divergencias se hallan en cualquier ambiente. Esto es lógico. Nos movemos entre grupos y referentes muy variados.

Por eso, “tendremos distintos tintes emocionales para percibir, captar y sentir la realidad, de acuerdo a vivencias, personalidad, intereses, objetivos, clases sociales, entre otros factores”, dice Mata.

Si tu vecino es musulmán y tú cristiano, tu pareja carnívora y tú vegetariano, tu padre perredeísta y tú peledeísta (o viceversa)... ¿quién dice que no pueden convivir en total armonía?

Quienes lo logran no sólo conservan relaciones importantes; también enriquecen su vida. Se trata de personas que respetan a los demás, poseen inteligencia emocional, son sensibles ante las emociones propias y ajenas, y están acostumbradas a la comunicación asertiva. ¡Su autoestima les permite vivir con diferencias!

Pero ¿hasta qué punto se debe negociar para llegar a acuerdos y dejar a un lado las diferencias? “Pienso que los límites deben estar en no negociar lo que genera sufrimiento y exclusión a parte de la humanidad”, afirma Mata.

RUPTURA

Los “distintos”
Intolerancia, baja autoestima, egoísmo, deseo de control, de dominación y manipulación, autoritarismo, bajos niveles educativos... estos y otros factores inciden para que algunas personas o grupos sean más proclives a las rupturas de relaciones, por el simple hecho de no pensar del mismo modo.

Esos desacuerdos aparecen también entre jóvenes. La socióloga y trabajadora social Mildred Dolores Mata asegura que se dan más entre muchachos y muchachas víctimas de la escasez, miembros de gangas y otros grupos violentos, que son excluidos porque aparentemente no hay mecanismos de logros e integración para los “diferentes”.

CREO QUE ME ESTOY VOLVIENDO MAYOR

Por Rogelio Fernández Ortea

Y digo esto porque en las últimas semanas estoy empezando a sentir cosas que yo oía a mis mayores, cosas que hacían referencia a echar de menos otra forma de vivir, otra forma de ser, de recordar tiempos pasados. De echar de menos, en mi caso, la educación, la urbanidad, la cortesía, la politesse, como dirían los franceses.

Me resulta complicado entender cómo dos personas que se cruzan por un pasillo solitario, solas ellas dos en un corredor tan estrecho que casi obliga al roce al pasar, no se saludan, sólo esquivan la mirada y pasan sin reconocerse como personas con un saludo. Me produce tristeza cuando entro o salgo de un vestuario, de una sala de dentista o donde diantre (s) me encuentre con otras personas y que mi saludo se quede huérfano de respuesta, despojado de uno de sus fundamentos, de una de sus ilusiones, de una contestación afable, educada, de un simple hola o de un adiós. Me produce “rabia” cuando entro en un comercio y la persona que está dentro del establecimiento, supuestamente para atender al cliente, para satisfacerle, para entablar una relación de venta con él, conmigo, se da la vuelta justo en el momento en que me ve, con una expresión de indiferencia, incluso, en algunas ocasiones, de desagrado diría yo, y me deja solo en la entrada de la tienda, de la oficina, de la recepción, con la sonrisa helada en mi boca. Siento mucha pena cuando veo que hoy en día se te estropea el coche en la mitad de la ciudad y nadie te presta su apoyo para retirarlo de la calzada... y tengo que dar gracias a Dios de no tener esos jefes o jefecillos que entran a sus puestos de trabajo sin un “buenos días... ¿cómo estás?” o un simple hola, personas que no son capaces de reconocer, con un saludo, la presencia de las personas que trabajan bajo su dirección.

Por lo tanto, y como no entiendo este momento en el que nos cuesta reconocernos los unos a los otros, que nos cuesta aplicar una serie de normas de comportamiento, de cortesía de los unos con los otros que nos feliciten la convivencia y las relaciones sociales, echo de menos los tiempos pasados, mi tiempo pasado. Un tiempo en el que cuando te cruzabas con una persona no ya en un pasillo estrecho sino a campo abierto nos saludábamos amablemente, con júbilo, con la alegría de cruzarte con un semejante. Un tiempo donde las personas que estaban en los comercios te saludaban, te sonreían, establecían una relación contigo, con el cliente, conmigo. Un momento de mi pasado donde quedarte tirado con el coche significaba la oportunidad de disfrutar de ser un ser humano ya que de forma inmediata varias personas se acercaban a ayudarte a empujar el coche. Una época donde todas estas cosas, la educación, la cortesía, se enseñaban en la familia, en la escuela, se practicaban continuamente con los amigos, con los profesores, con la familia, con los demás congéneres... normas de comportamiento y valores que hacían referencia al respeto, al civismo, a la educación, al compañerismo... a ser buenas personas.

Y con estas reflexiones, no es de extrañar que ha veces me pregunte si todo esto de la Inteligencia Emocional no tiene que ver con sólo con esto: con gestionar nuestros comportamientos para generar en los demás una emocionalidad positiva, unas sensaciones agradables que faciliten las relaciones, que faciliten la convivencia social, familiar y laboral... Pero tengo que confesarles que otras veces, como decía al comienzo, pienso que simplemente eso... que me estoy haciendo mayor y echo de menos mi tiempo... mi pasado... y que ya tengo que empezar a refugiarme en los recuerdos de un tiempo pretérito que fue mejor... para mí...

Y a ustedes...¿les ocurre lo mismo?...¿Tienen a veces las mismas sensaciones?...¿Qué opinan?

Música, Inteligencia Emocional y Gerencia Cultural

 
Por: Isa Cisneros de Sapene

He venido trabajando el tema de la inteligencia emocional y la gerencia cultural, y no puedo dejar pasar un evento tan importante, que me enorgullece como venezolana, como ha sido el otorgamiento del Premio Príncipe de Asturias en las Artes 2008 al Sistema Nacional de Orquestas Infantiles y Juveniles de Venezuela.

Tuve el honor de estar de directora en el Consejo Nacional de la Cultura durante el período en que el Dr. José Antonio Abreu fue Ministro de Cultura, presidente del CONAC, y se me presentó la oportunidad de estar muy cerca de esta obra tan hermosa, desde el mismo día que se inició.

Fueron muchas las ocasiones que con mucha emoción, cuando asistí a eventos nacionales e internacionales promoví y presenté con orgullo la experiencia maravillosa que se gestaba en Venezuela, como modelo de una Gerencia Cultural.

Como socióloga desde el primer momento que conocí la experiencia la apoyé, fuimos muchos los que captamos la fortaleza y los impactos que se generarían con este sistema que iba mas allá de educar para la música, pues tenía como misión un contenido social y cultural que abarcaba y atendía al ser humano en su contexto y su entorno tomando en cuenta su espíritu, su arte, su inteligencia y su talento, donde no solo los niños y los jóvenes descubrían un mundo maravilloso, sino que lo trasmitían a sus familias y a sus comunidades. Un verdadero proyecto socio cultural.

Pero ¿cuál fue la clave de este éxito? Que tuvo un gerente cultural como José Antonio Abreu que supo rodearse de docentes, músicos, animadores, gerentes y administradores culturales que conformaron equipos con pertenencia, perseverancia, sensibilidad, tolerancia y mucha inteligencia emocional, que les permitió identificar las necesidades y las realidades de tantos jóvenes de una forma sencilla y respetuosa de su integridad, pensamientos y sobre todo de las ideas que traían de su núcleo familiar. Nada era impuesto y la creatividad, la emocionalidad, la espontaneidad y sobre todo la autenticidad y la libertad de expresarse han sido la base de la fortaleza de este hermoso proyecto.

Como un buen director de orquesta, José Antonio Abreu ha sabido iluminar a cientos de niños y jóvenes que con luz propia irradian e inspiran a miles y miles de seres humanos en el mundo entero, mostrándoles a muchos lo que realmente es un proyecto eficiente y eficaz, de integración e identidad nacional, que con libertad trasmite lo mas hermoso de un país como es su música y su juventud, que como una película proyecta y le grita al mundo quiénes y cómo somos los verdaderos venezolanos, que desde hace varias décadas estamos luchando por mantener nuestra autenticidad.

Estos niños y jóvenes de la mano de un gran maestro desde hace 30 años, como embajadores de la cultura nos han dado una lección al abrirnos caminos grandiosos que son los que queremos transitar. Gracias mil gracias por ese regalo.

isacisneros17@gmail.com